09:00, 2 de febrero de 2008, Madrid
Madrid. Un sábado cualquiera de febrero. Un sábado cualquiera no, el sábado.
Rafael se levantó de la cama y se dirigió como todas las mañanas a prepararse el desayuno, tenía dieciocho años y era el típico chico joven, guapo, deportista, sociable, buen hijo o eso querían creer sus padres, y sobre todo mal estudiante, no daba una en el instituto, aunque también es verdad que no había repetido ningún curso, casualidades de la vida. Una vez hubo terminado de desayunar, como todos los sábados se fue a buscar a sus amigos y amigas al parque de las canastas: Eran amigos de siempre, de esos que te marcan para toda tu vida.Cuando Rafael llegó al parque vio a todos sus amigos en el banco de ojear, así lo llamaban gracias a todas las mañanas de sábado que se habían pasado en él, matando el tiempo, sin preocuparse por el paso de él. Todos se sentían a gusto dentro del grupo. Eran aceptados tal cómo eran, nunca habían tenido ningún problema, y además tenían una confianza plena los unos en los otros.Unos, estaban en el suelo sentado, mientras que otros ocupaban el banco, en total eran cuatro, con Rafael cinco ¿quién faltaba?, en todo el tiempo que llevaban saliendo juntos ninguno de ellos había faltado a una cita tan importante cómo era la de los sábados, a no ser, claro está, de que hubiese ocurrido algo importante.Al llegar a ellos ve la tristeza en las caras de sus amigos.Esa mañana no había risas. Sólo silencio.Rafael lo interrumpe para enterarse de lo ocurrido:- Chicos, ¿qué ha pasado?, Cristian no está, ¿le ha pasado algo?.No obtuvo respuesta alguna, sólo silencio. Todos sus amigos estaban ensimismados en su mundo. Tenían la mirada perdida, y el silencio indicaba que lo que había ocurrido no era nada bueno…- ¡¿Me queréis contestar!?.Andrea, que estaba sentada en el suelo, sorprendida por escuchar la voz de Rafael, levanta la vista y le mira.
- La madre de Cristian está en el hospital, según los médicos va a…Andrea no pudo terminar la frase.- ¿Cómo os habéis enterado?, ¿quién os lo ha dicho? ¿Cristian está bien?-- No, no está bien, cuando ha venido ha decírnoslo estaba muy apenado, su madre va a morir.¿Cómo quieres qu esté?Rafael haciendo caso omiso de lo que le había dicho Andrea. Propueso una idea.- Deberíamos ir a verle al hospital, ahora es cuando debemos ser un grupo y ser unos auténticos amigos.- No, nos ha pedido que le dejemos solo. Tenemos que hacer algo por él. Seguro que es uno de los peores momentos de su vida y tenemos que estar con él para animarle.- Ya, pero recuerda que nos ha pedido que le dejemos solo…- Sí, pero mañana estaremos con él, o quizás le veamos antes, yo no se como actuar con estas cosas, nunca me había ocurrido algo parecido, no me puedo imaginar lo que debe de estar sintiendo en estos momentos…- Tenemos que hacer que se sienta arropado, quiero decir, que no se sienta solo, y eso tenemos que hacerlo ya. Ahora, aunque el diga todo lo contrario deberíamos ir y estar con él, aunque no hablemos, aunque no digamos nada, pero creo que si vamos se sentirá mejor.- Yo creo que Rafael tiene razón, ¿los demás estáis de acuerdo?.- Yo por mi parte sí - dijo Jessica, levantándose del banco.- Yo creo que no – dijo Coral – debemos respetar su decisión, él quería estar solo y solo debemos dejarle. Cuando quiera hablar con nosotros nos llamará. Pero me parece que no es el momento oportuno para aparecer por el hospital.- Pues yo creo que sí, estoy de acuerdo con Andrea y Rafael, debemos ir ya, bueno no, ya deberíamos estar allí.- dijo Luis invitando a Coral a levantarse.- Está bien, voy, pero ya veréis como no le va a gustar la idea a Cristian. – Coral aceptó la ayuda de Luis para levantarse.- Chicos, todo esto está muy bien, pero ¿quién nos va a llevar?- Yo tengo ya casi el carnet de conducir…, puedo coger el coche de mi madre, si os fiáis de mí…- Dijo Rafael, llevaba tres semanas yendo a la autoescuela, tenía ya el examen teórico, ahora le faltaba el práctico que iba a sacárselo la próxima semana.- Por mi perfecto, venga vamos.Rafa subió a su casa a por las llaves del coche mientras los demás le esperaban abajo, cuando justo iba a salir, alguien abre la puerta de su casa, Rafael se esconde las llaves en el bolsillo derecho de su pantalón, era su madre, iba a cargada con bolsas de la compra. Rafa ayudó a su madre ocn las bolsas.- Rafa, ¿Te ha pasado algo? ¿Cómo es que has llegado tan pronto?- No, venía a por… dinero, que se me había olvidado. –Buf… menos mal, por poco me pillan, pensó Rafael.- Ah, oye ¿qué tal está Cristian?, me acabo de enterar, madre mía…, que desgracia…- No se…, todavía no he podido hablar con él, haber si le veo…- Cuando le veas avísame, y dale recuerdos míos ¿vale?, dile también que si necesita algo que ésta es su casa.- Vale mama, me voy.- Adiós.Y Rafael salió de su casa y bajó las escaleras a toda prisa.- ¿Dónde estabas?.- Mi madre que ha venido y menos mal que o me ha visto con las llaves del coche, que si no me mata.- Venga vamos daos prisa, subir al coche.Todos sus amigos, incluido Rafael, se subieron al coche, era un Renault 21, viejo, de color blanco. Su madre le tenía por si se averiaba el otro.- ¿Qué hospital es?- La paz, ¿sabes ir?- Sí, estuve en él cuando mi abuelo enfermó.- Pues venga.Y se dirigieron hacia el hospital con muchísimas ganas de ver qué tal estaba su amigo Cristian, pero no lo verían como esperaban.

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